Estas son imágenes cotidianas todos los veranos en Cabo de Palos y alrededores. Algunos de estos residuos terminan siendo recogidos por los servicios municipales de limpieza, pero la gran mayoría acaban en el campo, en las playas y finalmente en el mar, donde al cabo de los años se convierten en microplásticos que son confundidos como alimento por numerosas especies marinas incorporándose por tanto a la cadena alimenticia.
El pasado 15 de diciembre tuvo lugar una charla en el local de la Reserva Marina de Cabo de Palos conducida por Daniel Rolleri de ambienteeuropeo-org, en la que nos hizo ver el peligro que supone la mala gestión de los residuos marinos.
Una de las grandes protagonistas de los residuos marinos es la bolsa ligera de plástico que todos hemos usado en alguna ocasión tras las compras en comercios y supermercados.
En una zona como la nuestra, en la que habitualmente predominan fuertes vientos de levante y lebeche y estando rodeados de mar, no es aventurado presumir que la gran mayoría de las que acaban sin recoger tras un mercadillo, una sesión de botellón o una merienda playera, terminen flotando en el Mediterráneo. Un artículo que no supera la media de 20 minutos de uso, permanece en el entorno más de 200 años y una vez en el mar, se degrada en minúsculas partículas de microplásticos.
En una zona como la nuestra, en la que habitualmente predominan fuertes vientos de levante y lebeche y estando rodeados de mar, no es aventurado presumir que la gran mayoría de las que acaban sin recoger tras un mercadillo, una sesión de botellón o una merienda playera, terminen flotando en el Mediterráneo. Un artículo que no supera la media de 20 minutos de uso, permanece en el entorno más de 200 años y una vez en el mar, se degrada en minúsculas partículas de microplásticos.
En su viaje alrededor del mundo, el microplástico se encuentra con el plancton, un encuentro con consecuencias a largo plazo porque aquí es donde el plástico entra en la cadena alimentaria. Los peces lo comen, y las ballenas y los moluscos lo absorben cuando filtran grandes cantidades de agua. De esta manera, vuelve a nosotros en forma de asado de mero o mejillones al vapor.
Antes de terminar en los océanos los residuos plásticos ensucian nuestras playas. Siete de los diez objetos más comunes, recogidos por voluntarios para la organización Ocean Conservancy en playas de todo el mundo, en 2015, eran de plástico. Entre ellos, botellas y bolsas de plástico, envases de alimentos, tapones de botellas y pajitas para beber.
Las bolsas de plástico comenzaron a circular en la década de los 50 y su número no ha dejado de aumentar, pasando de 1,5 millones de toneladas al año hasta las escalofriantes 299 millones en 2013. En Europa, los países que menos consumen bolsas son Dinamarca y Finlandia, con cuatro por persona al año. Por el contrario, la cifra llega a las más de 450 en lugares como Portugal, Eslovaquia y Polonia. En la última década, España ha reducido el consumo de bolsas de plástico a la mitad, pasando de 317 bolsas por habitante en 2007 a 144 bolsas por habitante en 2014.
Conscientes de la situación, han sido varios los países que han ido tomando medidas para frenar el exceso de bolsas. El último en sumarse ha sido Marruecos, cuando el pasado año despedía a las bolsas de plástico para siempre. La aprobación de una ley que prohíbe su comercialización y fabricación, pretende regular su uso hasta alcanzar su eliminación.
En 2010 llegaron a circular en la Unión Europea un millón de bolsas cada cinco minutos, es decir, unas 198 por persona, de las cuales el 90% fueron ligeras (peores para su posterior reutilización). La UE hacía hincapié en el problema en 2015, anunciando una nueva ley que prohibirá el reparto gratuito de las bolsas a partir de 2019. El objetivo es ver reducido el consumo hasta las las 90 bolsas anuales por persona a finales del mismo año, y para 2025 conseguir disminuir la cifra hasta las 40. A nivel autonómico, solo en Cataluña está prohibida la distribución gratuita de bolsas de plástico comerciales de caja y de reparto a domicilio desde abril de 2017. A nivel nacional está en marcha un decreto-ley que dispone que a partir de enero de 2020 se prohibirá en todo el país la distribución de bolsas de plástico ligeras y fragmentables por parte de los comercios y su venta estará prohibida con dos excepciones: las producidas con material compostable y las bolsas más gruesas (de más de 50 micras) que tendrán que incorporar un contenido mínimo del 30 por ciento de plástico reciclado.
Hasta que llegue ese momento hay que seguir incidiendo en el problema y animar a conocidos, amigos y visitantes de nuestra zona a buscar alternativas a la bolsa de plástico ligera como las ya mencionadas bolsas más gruesas de plástico reciclado, bolsas de tela o papel, cajas de cartón o carritos de compra.
Hasta que llegue ese momento hay que seguir incidiendo en el problema y animar a conocidos, amigos y visitantes de nuestra zona a buscar alternativas a la bolsa de plástico ligera como las ya mencionadas bolsas más gruesas de plástico reciclado, bolsas de tela o papel, cajas de cartón o carritos de compra.
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