Estas son imágenes cotidianas todos los veranos en Cabo de Palos y alrededores. Algunos de estos residuos terminan siendo recogidos por los servicios municipales de limpieza, pero la gran mayoría acaban en el campo, en las playas y finalmente en el mar, donde al cabo de los años se convierten en microplásticos que son confundidos como alimento por numerosas especies marinas incorporándose por tanto a la cadena alimenticia.
El pasado 15 de diciembre tuvo lugar una charla en el local de la Reserva Marina de Cabo de Palos conducida por Daniel Rolleri de ambienteeuropeo-org, en la que nos hizo ver el peligro que supone la mala gestión de los residuos marinos.
Una de las grandes protagonistas de los residuos marinos es la bolsa ligera de plástico que todos hemos usado en alguna ocasión tras las compras en comercios y supermercados.
En una zona como la nuestra, en la que habitualmente predominan fuertes vientos de levante y lebeche y estando rodeados de mar, no es aventurado presumir que la gran mayoría de las que acaban sin recoger tras un mercadillo, una sesión de botellón o una merienda playera, terminen flotando en el Mediterráneo. Un artículo que no supera la media de 20 minutos de uso, permanece en el entorno más de 200 años y una vez en el mar, se degrada en minúsculas partículas de microplásticos.
En su viaje alrededor del mundo, el microplástico se encuentra con el plancton, un encuentro con consecuencias a largo plazo porque aquí es donde el plástico entra en la cadena alimentaria. Los peces lo comen, y las ballenas y los moluscos lo absorben cuando filtran grandes cantidades de agua. De esta manera, vuelve a nosotros en forma de asado de mero o mejillones al vapor.
Las bolsas de plástico comenzaron a circular en la década de los 50 y su número no ha dejado de aumentar, pasando de 1,5 millones de toneladas al año hasta las escalofriantes 299 millones en 2013. En Europa, los países que menos consumen bolsas son Dinamarca y Finlandia, con cuatro por persona al año. Por el contrario, la cifra llega a las más de 450 en lugares como Portugal, Eslovaquia y Polonia. En la última década, España ha reducido el consumo de bolsas de plástico a la mitad, pasando de 317 bolsas por habitante en 2007 a 144 bolsas por habitante en 2014.
Conscientes de la situación, han sido varios los países que han ido tomando medidas para frenar el exceso de bolsas. El último en sumarse ha sido Marruecos, cuando el pasado año despedía a las bolsas de plástico para siempre. La aprobación de una ley que prohíbe su comercialización y fabricación, pretende regular su uso hasta alcanzar su eliminación.

Hasta que llegue ese momento hay que seguir incidiendo en el problema y animar a conocidos, amigos y visitantes de nuestra zona a buscar alternativas a la bolsa de plástico ligera como las ya mencionadas bolsas más gruesas de plástico reciclado, bolsas de tela o papel, cajas de cartón o carritos de compra.